Reflejos



Ínfima, es aquella única ventana
para vivir lo que nos toca vivir. 
Se desparrama el hilo conductor
y no hay osadía para cruzar el cielo. 
El corazón que no habla.
El halcón que no vuela.

Parece obvio, pero a veces
es un laberinto sin control,
el capricho, el silencio, 
el desdén y la ausencia.
Es patético medirlo.
Es difícil aceptarlo.

Mi boca, está sellada
para bien o para mal,
de palabras sin sentido.
Pero, mejor no me callo,
porque ahora la consciencia
me reclama puerta afuera.

Es cierto, que esperaba 
un premio o un castigo,
pero todo este tiempo hurtado
y que ahora me hace falta,
se escabulló desde la ciénaga 
con impecable tatuaje.

Temeroso, de la fe 
cuasiperdida como antorcha
en la oscuridad intemporal,
decapito los días muertos,
y amaestro esa mandolina
con que el verso nos retrata.

Mis ojos, ansían contemplar 
el paisaje con la huella que levanta,
pues el polvo ya me alcanza
ahora que los bárbaros, incorruptos,
sonríen con rostro burlesco 
al perfil de mis reflejos.

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