Adiós Papi

Quiero recordarte, papi,
siempre joven,
paleando hacia el futuro,
con esa fachada jovial
siempre sonriente,
con tus nuevos ojos pardos
en medio de cabellos de espuma.

Te debo mucho cuanto soy
y hasta donde pudiera llegar.

Me enseñaste tanto
que todo ha quedado indescifrable:
el temor al miedo
el llanto de la tristeza
el juego sano y divertido
el peligro a los excesos
y las otras reglas que evitaron pudiera quebrarme.

Tú me enseñaste bien, papito.
Desdichado yo si nunca aprendí a reírme de la vida.

Quiero recordarte papi,
con sentimientos del color del mar
y las razones sustanciales que me regalaste
para vivir en el mundo.
Quiero recordarte siempre
y pedirte que vengas a tomarme la mano
cuando yo me vaya...

Adiós Papi.

Saludos a Papá.

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