Dicen que
el mundo está en manos de soñadores con hombría
que quieren arriesgarse a morir por sus sueños.
De suerte que muchos poseen libertad de escribir.
Otros ni siquiera saben leer.
No tienen esperanza,
no tienen futuro.
¿Y qué son los sueños?
¿Es acaso un motor de adrenalina
o de gasolina histérica pura?
¿Es acaso fijarnos una imagen
de algo que deseamos desesperadamente
o la meta final de algún remiendo,
de alguna frustración,
o algún cargo de consciencia?
¿Es quemarnos las pupilas estudiando
para poder graduarnos con alguna elegante,
bien vestida,
seductora,
favorita,
compañera:
Amarisia,
Eunidia,
Giulia?
¿Es regalarle una corona a Su Soberbia Majestad
y rendirle honor hasta colgar los pies?
...
Muchos creen que se puede lograr un cambio
en los países,
en las fronteras,
en los arrabales,
en las prácticas sociales,
en los estatutos,
en las normas,
en las leyes.
Pero nos olvidamos de cambiarnos a nosotros mismos.
Desde adentro.
Desde abajo.
Políticos,
partidarios,
funcionarios públicos,
dictadores,
golpistas,
militares,
fanáticos,
pandillas,
delincuentes,
policías,
carteles,
turbas,
sectas,
masas.
Estadísticas.
Tú.
Yo.
A la larga todo es lo mismo.
Perros rabiosos y hambrientos,
que mendigan un pedazo de pastel.
De control.
El mundo está en manos de quienes se unen dividiendo,
apartando,
marginando.
Está en manos de quienes se burlan del orden.
De quienes asesinan a control remoto,
o roban legalmente.
Desconocen el pecado.
Y cuando se presenta,
se compadecen tanto que terminan dándole trabajo.
Está en manos de Satanito, ¡y nos está ganando!
Porque sus victorias consisten en esconderse
detrás de nuestra negación de su reinado.
Por eso yo digo que el mundo está en manos
de quienes ya perdieron su sensibilidad por el infortunio ajeno.
De quienes permitieron que el Amor Verdadero
se revolcara con el humano,
se escapara por la ventana...
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